sábado, diciembre 01, 2007

RECUERDO DE UN GRAN HERMANO

Se que suena cursilería, o cosa de niños realizar una nota de blog, para hablar de quien fue en vida un simple perro, pero para mi un gran amigo, pero bueno tenia que hacerlo y creo que llegó el momento.

Fue mi tía Nina quien lo regalo, él aun muy pequeño, llegaba a una casa que lo recibía con los brazos abiertos, aunque por ratos fuese maltratado. Shooper fue un perro pequines, cruzado con cooker, blanco, pequeño y peludo.

Su niñez la desarrollo con nosotros en la casa de La Perla, en el Jirón Arica. Para su suerte (no se si buena o mala) en el barrio moraban una regular cantidad de perros, algunos de ellos pudieron ser sus amigos, pero no, el no optó por ello. Shooper era una pulguita al lado de ellos, con complejo de grandanes. El juraba que era gigante, y como tal buscaba pelea a perros muchos más grandes que él. No era de esperar otra cosa, casi siempre resultaba dañado, por ello al poco tiempo de darnos cuenta de su carácter, decidimos no sacarlo a la calle mas.

Comentar todas las anécdotas que vivimos con el, es el fin de esta nota, pero considero que es una empresa imposible. Fueron 15 años de muchas vivencias.

Como aquel día que caminando por el parque de las 200 millas en la Perla, junto a mi buen amigo Pol Alva, paseábamos a Shooper, no se que nos llevo hasta por allá, como a unas 8 cuadras de mi casa. Caminábamos por la acera, cuando de pronto, salió de entre las rejas de la posta médica municipal un perro pastor alemán, mordiendo a Shooper del cuello y que un solo tirón se lo llevó para adentro. Fue cosa de 1 segundo, o menos.

Eran exactamente las 11:30 de la noche de un sábado. Intente abrir el portón, lamentablemente estaba cerrado. Intentamos abrir el portón a punta de patadas, mientras en el interior, a Shooper, lo molían 2 pastores alemanes. No precisamente haciéndole caricias. Fue tal la escena de desesperación y bulla que armamos, que del interior salio un guardia, quien creo se encontraba durmiendo, y llego a abrir la puerta.
Tuve que enfrentarme solo a los perros. Comprobé el poder de la adrenalina. Sin pensarlo, los pateé y golpeé con los puños, una y otra vez, hasta que, al último que lo sujetaba aun del pesquezo, y no lo soltaba, le tal puntillazo en sus genitales, que lo soltó.

Cayó sin asco en el piso, de la misma manera que cae un pollo muerto en mercado. Sin vida. Lo recogí, lo cargue y lo saque de allí. Creo que Pol, se quedo a discutir con los guardias.

Estaba en shock, casi no respiraba, como muerto. Después de reanimarlo empezó a respirar. Lo calme. Lo apoye sobre mi pecho, con su cabeza sobre mi hombro, y me parecía sorprendente no ver signos de sangre. Así que decidí revisarlo. Lo gire, muy lentamente, para observar la parte de su cuerpo que se apoyaba en mi pecho. La herida era inmensa, me asuste. Decidí devolverlo a mi pecho.

Era notorio que si seguía desangrando moriría. Después de discutir con los serenos, nos ayudaron. Nos llevaron a buscar un veterinario. Complicado, Sábado medianoche, nadie trabaja, menos quien atiende animales.

Después de pensar en una y mil posibilidades, Pol recordó a su amigo Galo. Me comento que el tenia muchos animales, y que el mismo los intervenía quirúrgicamente en algunos casos. Ya eran casi la 1:30 a.m. No teníamos más opción. Lo fuimos a buscar. Lo encontramos, en una pollada en La Perla Alta, por la casa de Pol. Ya con notorios signos de ebriedad y algo mas. Lo pensé 2 veces. En aquel momento, no tenía otra alternativa. Se me iba para la otra.

Entramos a su casa, del ahora Doctor. Arregló su mesa para la intervención. Lo analizó, lo revisó, se dio cuenta de la gravedad. Inhalo un poquito de Coca, para que se le pase la borrachera. Hizo su lista de pedidos para la operación, Gasa, anestesia, alcohol y no se que mas.

Acompañe la operación de principio a fin. No podía dejarlo solo. Recuerdo a Shooper sufrir cuando le limpiaban la herida, recuerdo cuando le inyectaba la anestesia local. Como son los animales ¿no? Se dan cuenta que todo era para su bien. Sentía que él permanecía tranquilo por mi presencia.

Recuerdo que nos acompaño y ayudo el amigo de Pol: César Amaya. Después de cerca de hora y media, el asunto estaba terminando. Tenia una T en espalda. Estaba buena parte de su espalda, pecho y brazo rasurados, y con un parchezazo. Para su suerte, solo fue muscular, nada de roturas de huesos, ni fracturas.

Sentía en el alma un gran alivio, que todo fue un susto fuerte y solo eso. Pasaron los días y poco a poco se fue curando, el estaba hecho para eso, para el sufrimiento. Creo que hay algunas cosas que ya vienen preconfiguradas, predestinadas, creo que Shooper fue un predestinado, a sufrir, a ser también muy querido y admirado, pero sobre todo a sufrir.

La pequeña historia que escribí, es solo el 1%, de todo el mar de historias que viví con Shooper. Como olvidar, cuando se rompió la cadera, cuando le daba paro cardiaco, cuando le mordieron el ojo, cuando lo atropelló el carro, cuando falleció, etc., etc. Por más que nunca te daba un beso, o ni gesticulaba cuando al dueño le pasaba algo malo. Para mí simplemente el perro súper héroe.

Con el mi familia pasó muchos ratos lindos y también amargos, rieron y lloraron, lo amaron y también lo odiaron, lo sanaron y por ratos lo querían matar. Cosas de la vida. Pero en resumidas cuentas, vivió con nosotros. Desde aquí desearte lo mejor y espero poder verte pronto. Se que estas en mejor vida. Ya pronto nos veremos. Cuídate.

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